Sentido de pertenencia
Claudia Antunez trabaja desde 2008 en Cobem como recepcionista de llamadas que provienen de la línea 103: “Acá se aprende guardia por guardia. A la experiencia la vas juntando día a día, cada vez que se atiende el teléfono son experiencias diferentes”, cuenta y ejemplifica que “llaman personas que están solas y necesitan hablar. Me encanta escuchar a las personas”.
Una hija desesperada porque su padre no reacciona y llama para pedir ayuda. Un recuerdo que Claudia no se olvida más: “Cuando empecé a trabajar y me llamaban por una emergencia o algo malo que pasaba yo me ponía mal, quería largarme a llorar y no podía evitarlo, terminaba con la voz cortada hablando porque quería solucionarlo, me dolía lo que la persona me transmitía, me hacía sentir mal. Yo cortaba la llamada y pensaba que me tenía que concentrar para estar fuerte y darle seguridad a esa persona de que su problema iba a ser solucionado. Eso me llevó un tiempo poder manejarlo para que la persona se sienta segura y sepa que estaba llamando al lugar correcto”.
También Claudia resalta que muchas veces se encuentran con escenarios impensados: “Mandamos la ambulancia confiando en lo que la persona te dijo y cuando van allá es otra cosa, pero trabajando en equipo todo se soluciona, le buscamos una solución. Me siento orgullosa de estar acá y pertenecer a este trabajo, de los compañeros que tengo porque al entrar acá no tenía experiencia y ellos colaboraron, me fueron enseñando. Lo que sé y lo que voy aprendiendo es gracias a ellos que me brindaron de corazón”.
Marcos Raúl Quintana hace 39 años que ingresó como operario, luego fue supervisor y a lo largo de los años pasó por distintas tareas, supo manejar tractores, camionetas de rescate, ambulancias, unidades de prevención, camiones cisternas como parte de su trabajo y hoy está a cargo de la dirección del Cobem luego del fallecimiento de Ramón Gamarra el año pasado. Él creció en su trabajo a la par del Cobem y repasa que “tuvimos servicios muy complejos, como cuando se pierde una vida, más cuando son criaturas, y a uno le afecta. Por eso, después de finalizar lo tratamos de charlar como para poder desahogarnos”. También, rescata que “lo más lindo es la gratitud de la gente”.
Una anécdota que Marcos no se olvida es la primera vez que participó de un parto en una exposición en el Parque Garay: “Eran cordobeses, estaban en una casita rodante y estábamos todos apretaditos. Teníamos todo teórico y cuando llegamos a los hechos fue algo que nunca nos había pasado. Ver un bebé recién nacido es algo que los parteros nomás lo saben. Cómo agarrar al bebé, se nos resbalaba, uno tiene miedo por ser tan frágil”, recuerda con una sonrisa. “El Cobem para mí es mi segunda familia. Si no estoy en casa, estoy en el Cobem”, dice y se autocorrige: ”Es parte de mi familia”.
|
Comentarios (0)
Comentarios de Facebook (0)