La sombra del Esteban por Carlos del Frade
La primera semana del juicio a Esteban Alvarado.
-¿Así me van a condenar?. ¿Jugando sucio, haciendo trampa?…Si esto empieza así no va a terminar bien – saltó Esteban Lindor Alvarado mientras en la cuarta jornada del juicio que se le sigue por cinco asesinatos, asociación ilícita y cinco casos de lavado de dinero y bienes hablaba un asesinado, Carlos Argüelles, su viejo amigo desde 2001 y al que le confió el cuidado de 900 mil dólares producto, fundamentalmente, de su predominio en el negocio del narcotráfico en el Gran Rosario, especialmente después de 2013, cuando el líder de “Los Monos”, Claudio “el Pájaro” Cantero, también fue ultimado.
Detrás de este muchacho que el 6 de abril cumplirá 43 años está el desarrollo de los negocios del narcotráfico y contrabando de armas. Ya aparecieron nombres de políticos, ex juezas, policías y surgirán apellidos de empresarios acostumbrados a lavar dinero.
A fines de 2012, Alvarado manejaba el negocio de la distribución de la cocaína y la marihuana en el centro rosarino. En la zona oeste había quedado su viejo amigo, Luis Medina. En el norte, los pillines, vinculados a la barra de Central y en el sur, Los Monos. Un año después estalló todo.
El 26 de mayo de 2013 fusilaron a “el Pájaro” Cantero, el 11 de octubre balean la casa del entonces gobernador Antonio Bonfatti y el 29 de diciembre, un sicario de Alvarado terminó con la existencia de Medina y Justina Pérez Castelli.
Desde entonces “el Esteban” se convirtió en el más poderoso en estos negocios ilegales siempre con las complicidades judiciales, empresariales y políticas. Aunque en las calles debía enfrentar como sucede en el presente, con las huestes de Ariel Máximo “el Guille” Cantero.
Cuando Alvarado y Medina eran socios surgieron leyendas urbanas tan imposibles de creer como de negar: aviones propios que traían droga desde Paraguay, camiones y propiedades que se cuentan por encima del centenar y hasta parejas compartidas. En forma paralela, decenas de homicidios y hasta desapariciones de personas, como hacían los grupos de tareas durante el terrorismo de estado.
En las nuevas jornadas del juicio, seguramente, asomarán esos nombres resonantes de jefes policiales, dirigentes políticos, integrantes del poder judicial y empresarios capaces de lavar cualquier monto en cualquier cuenta corriente de los lugares que jamás fueron allanados en Rosario, los grandes bancos del centro de la ciudad.
El caso Alvarado tendrá connotaciones históricas mucho más profundas que el juicio a Los Monos.
El tallerista Argüelles lo describió como un asesino serial, capaz de torturar pero no matar personalmente y sumamente inteligente.
Los policías que trabajaron con Alvarado fueron los mismos que impulsaron la causa que llevó a prisión, por primera vez, a Los Monos.
Muchos de esos narcopolicías estaban vinculados la Unidad Regional XVII ubicada en el territorio en el que más dinero circula en la Argentina, el departamento San Lorenzo, de donde sale el 75 por ciento de las exportaciones argentinas.
El juicio está previsto que termine en abril pero los 141 testigos citados seguramente estirará el cronograma y la profundidad de las revelaciones que surgirán.
Más allá de las perversiones personales de Alvarado, es imprescindible tener en cuenta que él hizo o hace, deshizo o deshace, es o fue porque lo dejaron hacer, deshacer y ser.
Allí está el principal misterio: saber quiénes son los que manejan a gente como Alvarado.
Desde las barrasbravas a grandes empresarios, desde políticos encumbrados a policías corruptos, la sombra de Alvarado descubrirá que el negocio del narcotráfico y la violencia es de arriba hacia abajo y que la sangre derramada en las calles es de pibas y pobres empobrecidos mientras el lavado de dinero se hace en el centro de la ex ciudad obrera.
*El autor de esta nota está en la lista de potenciales asesinados por el narcotraficante tal como fue dicho en dos audiencias judiciales por Carlos Argüelles antes de ser ultimado el 6 de septiembre de 2021.
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